La "entresaca", aunque es más costosa que la rasa total, asegura la persistencia del conjunto arbolado. Los árboles dejados en pie se desarrollan normalmente; tienen un espacio vital más amplio. La espesura no es cerrada.

El repoblado natural -lento e irregular- o el efectuado mediante reforestación artificial aparece entre los espacios de los árboles que quedaron en pie.

Es esencial que en los bosques haya árboles pequeños e intermedios con el fin de asegurar la persistencia de la masa forestal.

Los árboles delgados y de poca altura que por una u otra causa se hayan derribado o dañado, se utilizan como materia prima para obtener celulosa.

En un principio el viento no causa daño en los bosques tupidos, porque la potencia del aire se reduce mucho al chocar contra la compacta masa arbolada, pero si un bosque es explotado en forma intensa, el viento derriba a otros árboles al no haber que lo detenga o frene, lo anterior conduce a que el sol y el viento resequen la tierra y los retoños que necesitan sombra perecen, los árboles pequeños favorecen la evaporación y resulta imposible reponer la humedad perdida. No es muy notable la muerte de los arbolitos porque cuando ésta sobreviene es en el primer año de vida, es decir cuando apenas levantan del suelo.